Héctor Manzanilla se acercó a la zona mixta del Mediolanum Forum tras su derrota ante el Armenio Azat Hovhannisyan (24-7) destilando rabia por el abultado score con el que finalizó el esperado combate que marcó su regreso a los grandes cuadriláteros amateurs en el marco del XV Mundial de Boxeo.
“No sólo yo lo digo, sino mis entrenadores. Todo el mundo sabe que cuando yo voy a una competencia, para que me ganen tienen que echarle un camión. Pienso que cada vez que subo al ring, subo con la meta de que tengo que ganar y ganar. Nadie más sabe cómo me duele esta derrota”, suelta el de los 57 kilogramos apenas se enciende el grabador.
El pundonor que yace en su respuesta no fue hueco, en el ring A también lo demostró. La quinta pelea de la categoría puede ser registrada como una de las más duras de la tarde. En los dos primeros asaltos no hubo espacio para la especulación y ambos combatientes plantearon el intercambio ofensivo como método para obtener el triunfo.
Al finalizar los primeros tres minutos, Hovhannisyan mostraba ventaja de 10-3. Sin embargo, en su esquina roja no hubo relax. Como un reflejo daltónico, las parejas de técnicos aprovecharon el receso para seguir alentando el contacto.
La acción reanudó y se mantuvo la mayor parte en el centro del ring. Manzanilla intentó recuperar terreno pero por momentos pareció que cada golpe suyo que encontró al armenio con el guante adosado a la careta, retornó a su acolchada pero indefensa mejilla derecha para acrecentar la diferencia que al finalizar el lapso fue de 12 unidades (18-6).
“Yo me sentía bien, y si es posible quería otro round, yo lo que quería era pelear. Me sentía bien. He venido cuidándome. El contrario fue mejor hoy, pero pienso que con mi esfuerzo y la constancia que yo he venido teniendo dieron resultados”.
En parte Manzanilla tiene razón. Su mentada agresividad sigue allí, su resistencia al castigo y su capacidad para lanzar combinaciones también, pero para destacar, tal y como él mismo lo hizo en el ciclo olímpico pasado, aún le falta más seguridad en sus desplazamientos, más defensa y mayor fogueo.
Esto quedó en evidencia en el los últimos 180 segundos, cuando en su afán por voltear el marcador trastabilló en trío de ocasiones, incluyendo una en la que, con las piernas cruzadas, un golpe bien defendido le llevó a la lona para recibir el único conteo de protección del combate.
A su lado, tras el revés, Alfredo Lemus le miraba con satisfacción y sobre todo fe. Sus palabras más que respuestas fueron palmadas. “Hoy me hizo recordar el tiempo que estuvo él conmigo en Rusia (entrenando para Beijing). Hizo un buen combate. Puso todo lo que tenía. Él va a seguir entrenado porque queremos la medalla Bolivariana. Manzanilla va a ser campeón Bolivariano. Él va a seguir peleando para llegar a ser el Manzanilla aquél, guerrero. Yo lo llamo a él: el guerrero”.
El futuro del mirandino era incierto hace no un año sino meses atrás, pero hoy, con derrota incluida, está más claro y por decisión propia. “Pienso a pesar de que no obtuve la victoria, hice una buena pelea. Vengo de mucho tiempo sin pelear. Pensé que me iba a cansar, pero no. Tiré golpes y puse todo lo que tengo en mi alma. Yo pensaba que de acuerdo al resultado que viera aquí había muchas posibilidades, hasta pasó por mi cabeza dejar el boxeo, pero hoy me di cuenta que todavía me queda, que todavía hay Manzanilla para rato. En 57 kilos voy a ser el mismo de 54, sabemos que es un poquito más dura la cosa pero yo sé que con entrenamiento y esfuerzo duro lo puedo lograr”.
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